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domingo, 19 de febrero de 2012

Mi pequeña y sucia putita



Dicen que hay que hacernos el amor con cariño, dándonos antes horas de placer oral y entonces suavemente, ¡oh, suavemente! penetrarnos mientras nos miras amorosamente a los ojos…

¿Quieres saber en realidad cuando pensamos en el mejor sexo que hemos tenido? 

Pensamos en rodillas arañadas y de las marcas en la espalda mientras nos mordíamos, agonizando de pasión. Mencianamos con nuestras amigas la vez que llenaste la bañera de pétalos de rosa y bla, bla, bla. Pero en verdad, fue aquella vez en el asiento trasero de un Corsa, con nuestras caras apretadas contra la ventana, la que nos puso a cien.

¿Queréis saber por qué todos los gilipollas se llevan a las tías buenas? Porque esperan que se lleven su indiferencia desenfadada a la cama. A pesar de lo que se diga, ninguna mujer quiere sentir que su hombre es inferior a ella.

El hombre perfecto, por supuesto, es cariñoso y respetuoso fuera de la cama, y se convierte en la bestia sólo después de cerrar las puertas.

El problema es el cacao mental que tienen las mujeres, entre la religion, los años de cultura en la que nos decian que el sexo no nos tenia que gustar y las feministas. Por desgracia, también obligan a la mujer a creer que si un hombre no proclama que se desvive por ella a cualquier precio, no la respeta.

Leí un artículo que decía que la violación era una de las tres mayores fantasías sexuales de las mujeres. Eso sí, hombres, no estoy diciendo que debáis salir ahí y violar a una mujer. Como en la mayoría de las fantasías, todo pinta mejor en nuestras cabezas que en la vida real. Lo que quiero decir es que tu mujer quiere un poco de agresividad, ¡un puntito de fuerza!

Y, ¿chicas? Dejaos de sentir mal de una puta vez por vuestros naturales deseos sexuales. Querer que te follen no significa que tengas poca autoestima. ¡No os pasa nada malo! En última instancia, el sexo es un instinto biológico y toda la propaganda feminista y religiosa del mundo no hará que eso cambie. Muestra tu igualdad sexual donde quieras: en el trabajo, en política, etc.

Pero en la cama, sé libre para ser la zorra de mierda que sé que quieres ser.



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