Y, un día, nos levantamos y ya no estamos enamorados.
Algo se deshacia a sus espaldas. Se despegaba. Un viejo trozo de corazón reseco. Comprendió entonces, que ya no sentia nada por el. Cuanto mas hablaba, más se borraba. Él, que la hacia temblar cuando la cogia de la mano...
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