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lunes, 12 de mayo de 2014

La que se viste de verde por guapa se tiene

Y, fíjate, pensaba que  no te quería. Al darme cuenta de que se puede estar sin ti, creí que me había librado de esta carga que llevo arrastrando los dos últimos años. Resulta, me dije, que todo ese amor que tenía dentro no era más que costumbre y ahora estoy mucho mejor, divirtiéndome y siendo libre.



Por un breve momento toda esa pena de inseguridades y soledad que suele venir acompañada de una ruptura se desvanecieron y volví a ser (o fui por primera vez, no lo tengo claro) una mujer como esas que están hechas de hierro que salen en los programas a imitar. Me dejé llevar por la sensación de poder, y curiosamente fuiste mio de nuevo. De repente todo era romance y risas, paseos y abrazos. Me mirabas como si te hubieras dado cuenta de que sin mi la vida es mucho peor y conmigo mucho más bella. Como si yo fuera más bella. Como si tú fueras mucho peor.

Ah, me confié. Pobre de mi, que muy al contrario de lo que hubiera asegurado, no estoy hecha de hierro y al siguiente pestañeo las tornas habían virado y volvíamos a cambiar puestos en esta carrera absurda del amor.  Me confié y volví a sentirme llena y entera sólo cuando tú me mirabas, feliz sólo cuando me llamabas y mujer sólo cuando me tocabas.

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