En tiempos de Marx,
el opio no era la droga que enajena y roba la vida,
sino la medicina que alivia el dolor y adormece el alma.
Así,
no todos necesitamos un dios,
pero sentir a un dios cerca puede ser reconfortante y ofrecer consuelo o cercanía cuando estamos solos.
(siempre estamos solos)
(siempre estamos solos)
No hay comentarios:
Publicar un comentario